El sociólogo italiano Giovanni Sartori escribe en “Homo videns: La sociedad teledirigida”: ahora “las cosas representadas con imágenes cuentan y pesan más que las cosas dichas con palabras”. Este es uno de los argumentos más ponderados de la llamada Sociedad de la Información.
Hace algunos meses, en este mismo espacio, hablábamos de Internet como un generador de mundos paralelos, de comunidades virtuales que se reproducen rápidamente y que ganan adeptos alrededor de todo el orbe a la velocidad de la luz. Comunidades que en su mayoría carecen de un sesgo mínimo de realidad.
En esta ocasión hablaremos de la Red de redes (nombre original de Internet) como un potentísimo medio de comunicación, cuyos alcances todavía no son vislumbrados por los expertos cibernéticos: cada día se descubren nuevas maneras de “colgar” contenidos en el ciberespacio, recovecos donde abrir dominios, modalidades para descargar todo tipo de documentos: libros enteros, documentos clasificados, revistas, canciones, fotografías, etcétera; formatos y extensiones para abrir y poder ver toda clase de sitios webs, nuevos espacios para alojar páginas electrónicas con diverso contenido; entre otras innumerables acciones que pueden realizarse con tan sólo un click.
La paradoja del tercer milenio
Aún cuando se ha vaticinado que para el año 2020 la Internet será una red saturada y que ya no será posible abrir nuevos dominios personales, comerciales, de información, turísticos, universitarios, científicos, de periodismo, cuentas de correo y diarios electrónicos, etcétera, hoy la web goza de la predilección de millones de usuarios repartidos en los cinco continentes –sus seguidores se cuentan por miles de millones-, aunque haya todavía algunas regiones apartadas que todavía no la conocen.
Sí, ésa es la gran paradoja del poder de la web: a estas alturas del siglo XXI existen todavía personas que no conocen las posibilidades de la Internet, incluso hay quienes nunca se han sentado frente a una computadora. Y no por ello su vida se ha quedado trunca o se han visto imposibilitados para realizar su labor diaria. Internet, como medio de comunicación, es, antes que otra cosa, una herramienta que facilita el trabajo, la comunicación y el estudio de millones de personas. No es más que eso. La cuestión es que hay quienes no la ven de esta manera y le asignan un papel –de simple entretenimiento, por ejemplo– que no le corresponde.
La era del homo videns
Lejos de aquella teoría que sostenía que el hombre era un ser pensante –homo sapiens–, no son pocos los estudiosos, filósofos, antropólogos, y expertos sociólogos y en las tecnologías de la información, que sostienen que estamos en la era del homo videns: no existe mayor conocimiento que el que se genera mediante la imagen.
Lejos de aquella teoría que sostenía que el hombre era un ser pensante –homo sapiens–, no son pocos los estudiosos, filósofos, antropólogos, y expertos sociólogos y en las tecnologías de la información, que sostienen que estamos en la era del homo videns: no existe mayor conocimiento que el que se genera mediante la imagen.
Según esta tesis, difundida ampliamente, es por ello que la Internet es hoy el medio de comunicación más poderoso del que se tenga conocimiento; en algunos países europeos y asiáticos, además de Estados Unidos y Canadá, se destinan escandalosos recursos económicos para la investigación de nuevas formas de acceder a la Red, de hacerla más flexible, más amplia para vaciar cada vez mayores y más complicados contenidos. El futuro de la humanidad, dicen, está en la Red.
Lo positivo y lo negativo en el mismo plano
Sin duda que la Internet posee innumerables ventajas, siempre y cuando se le dé un uso razonado y racionado. En la Red es posible encontrar sitios en los que se ofrece información de todo tipo: hay motores de búsqueda para todo lo imaginable, páginas especializadas en formación universitaria, superación personal, recetas de cocina, conocimiento de plantas medicinales, cómo tratar y cuidar a las mascotas, promoción de la vida, divulgación de los derechos humanos, entre miles de temas. Es posible, asimismo, hacer compras vía electrónica, realizar transacciones bancarias, trámites de todo tipo, agendar citas médicas, solicitar empleo, poner a la venta o adquirir bienes muebles e inmuebles, etcétera. Se pueden encontrar, también, mapas de la ciudad donde se radica, trayectos para llegar más rápido a determinado sitio, planos del espacio, lugares para vacacionar, historia de los países y personajes distinguidos, e infinidad de cosas más.
Por el otro lado, sin embargo, en la Red se ha dado cabida a páginas con contenidos insanos y poco éticos, que promueven la pornografía, las adicciones, incentivan las actitudes violentas, el atesoramiento de cosas superfluas, los desórdenes alimenticios. En lo tocante a este último apartado, por ejemplo, se sabe que más de mil páginas electrónicas promueven la anorexia y la bulimia como una forma de vida.
Juan Fernando Covarrubias Pérez
www.lasenda.info

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